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SERAPIS BEY, Jerarca del Retiro de Luxor, Egipto


16 de noviembre de 2008


¿Qué es, entonces, esta Enseñanza? ¿Qué es esta Ley de la Vida que nos llega en los misterios transmitidos a lo largo de los milenios, guardados y revelados solamente a los iniciados que se hubiesen preparado? La Enseñanza, benditos Corazones, se basa en la verdad de la Ley de vuestra propia Presencia Divina. Esa Verdad no es subjetiva, ni puede ser distorsionada o alterada por el ego humano. Ella es absoluta. Es precisa. Es la Verdad que tiene el Coraje y Fortaleza para asumir el dominio sobre toda y cada circunstancia de vuestra vida, ¡sabiendo que Dios está bien y reina supremamente! Vosotros tenéis plena Fe en que todo lo que necesitáis verdaderamente os será dado, en que todas las inhalaciones que os hagan falta para llenar los pulmones y nutrir el cuerpo físico con los elementos necesarios para mantener la vida en este cuerpo externo estarán presentes, en que seréis sostenidos por la carga de Luz en los alimentos que ingerís, en que vuestra nutrición será saludable, pura, revitalizante y que contendrá los elementos nutricionales para construir el templo del más denso de los cuerpos que usáis. Y cada uno de vuestros respectivos vehículos de la consciencia será nutrido, en su propia dimensión y dominio, por la mano de Dios. Sabréis que, con cada paso, las circunstancias que envuelven vuestra vida serán ordenadas por la mano de vuestra Presencia Divina, ya que vuestra Presencia desea que cumpláis con ciertos Decretos proferidos por la misma Presencia.


En determinadas encarnaciones, la exigencia de parte de vuestra Presencia puede ser más grande ya que hay mucho que hacer. Así, desde el primer aliento de esa encarnación, descubrís que la determinación de la Voluntad que arde en el Altar de vuestro Corazón sigue acelerándoos. Y no os detenéis, durante toda esa encarnación, hasta que la Presencia envía su señal de que habéis sido fieles en todas cosas, y que es tiempo de descansar y de prepararse para empezar otra vez.


Benditos Corazones, la Fe es la Presencia de Dios en vuestra vida. Porque en ausencia de la Presencia de Dios, no hay Fe. La Esperanza es la Fe anclada en el conocimiento, por parte de la Presencia, de que cuando existe la oportunidad, podéis aspirar a realizar todo lo que vuestra Presencia desee para vosotros.


Por ejemplo, habéis oído decir de vez en cuando que la Presencia desea que ascendáis. Y que, si mantenéis el foco de vuestra atención centrado en la ascensión de los vehículos de la consciencia que os revisten a la Unidad de vuestra Presencia Divina, sois atraídos hacia todas las oportunidades que la conviertan en una realidad. El mantener vuestra atención en la Ascensión permite que pongáis en perspectiva todo lo que es parte de vuestra vida presente. Las prioridades de todos los días adquieren un nuevo entusiasmo y, eso sí, otra importancia. Porque no podéis evadir ciertas áreas de la vida cuando entendéis la importancia que (éstas) tienen para vuestra victoria, ciertas áreas de la vida que antes no habían sido elevadas al nivel de Virtud Crística, de Cualidad Divina. Estas deficiencias las conoce vuestra consciencia externa; porque las habéis reconocido y habéis deseado acelerar vuestros veículos al nivel de su Cristicidad original, de las Cualidades que permanecen en la Perfección y Pureza de Dios hasta que os hayáis tornado verdaderos Pilares de vuestra propia Presencia Divina en este mundo de la forma.


El hecho de que lo reconozcáis, incluso en vuestro más externo y denso cuerpo mental, os permite mantener la Presión de la Llama que arde sobre el Altar del Corazón, percibiendo y revelando a la mente externa la diferencia entre aquello que é una Virtud Crística y lo que no lo es; aquello que es una Cualidad Divina y lo que no lo es; y (saber) cuál es la vibración que permite la cercanía, no solamente de vuestra propia Presencia Divina, sino también de los Ángeles que prestan asistencia a vuestras corrientes de vida. Porque estos veículos son frágiles al estar solos en esta octava física. Pero, cuando la Luz de Dios circula en vuestro interior, hay una Fortaleza e Integralidad presentes. Y sabéis (entonces) que sois más que esta carne y huesos externos, más que la consciencia humana que constantemente regurgita irrealidad. Sabéis que la Llama de Dios arde con gran resplandor en vuestra vida. Y, a la más mínima amenaza de cambio y descenso de vuestra vibración, cuando dejáis de estar en íntima cercanía a la Luz de Dios, os dais cuenta. Sabéis dónde fue que ocurrió esa separación. Podéis, entonces, galvanizar vuestra Atención en el Corazón de Dios, permitir que la conexión del Corazón llene vuestra consciencia, y que vosotros seáis las manos, los pies, la visión de vuestra vida.


Esta es la manera más sencilla y gloriosamente amorosa en que Nosotros, los Maestros Ascendidos, podemos comunicaros las Enseñanzas. Todo lo demás se basa en la comprensión fundamental de la Ley de vuestra propia Presencia Divina.


Yo, Serapis Bey, he aprovechado esta oportunidad a fin de que recordéis cuál es el primer paso requerido para vuestra Victoria en la precipitación de las alquimias mayores y de la ciencia de la Matriz Esmeralda. Porque,

si no tenéis esta comprensión de lo que está ocurriendo en vuestra propia consciencia, no tendréis el conocimiento para saber dónde enfocar la atención, cómo empezar a galvanizar la Fortaleza esencial de la Luz de vuestra propia Presencia, que os permite mantener el foco y la atención en la alquimia que estáis realizando. No tendréis la comprensión del motivo por el cuál es tan importante la Pureza de la consciencia; porque no podéis tener una impureza en vuestra matriz y esperar que, súbitamente, esta (matriz) se va a multiplicar en la octava física, o en cualquier otra octava, sin multiplicar (también) esa impureza.


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