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“NADA, DEL RAYO RUBÍ*, HABLA SOBRE EL AMOR VERDADERO” (Parte 1)

MAESTRA ASCENDIDA NADA

Chohan del Sexto Rayo (Color: Púrpura y Oro; Cualidad: Servicio y Asistencia)

Miembro del Consejo del Karma

2 de enero de 1998


“NADA, DEL RAYO RUBÍ*, HABLA SOBRE EL AMOR VERDADERO” (Parte 1 de 2)


Buenas tardes, y bienvenidos al Reino de Amor que emana de mi Corazón hacia el vuestro. Porque Yo, Nada, instruida en todos los aspectos del Amor, quisiera desplegar los pétalos de vuestro Corazón esta noche para que podáis sentir la seguridad, el bienestar y la Intrepidez para seguir adelante en vuestra demanda del Grial.


Benditos, no basta con decir simplemente: “Amo a Dios. Amo la vida. Amo a mi esposa, a mi hijo, a mi madre, a mi hermano. Amo mi país, a mi familia.” No basta simplemente comportarse como alguien que está Enamorado. Porque os toca estar Enamorados de verdad. No podéis falsificar el Amor. Porque al hacerlo, lo único que lográis es perder todas las oportunidades para expandir la plenitud de Dios-Amor en vuestro propio mundo. ¿Empezamos con el primer pétalo? Cuando estáis justo iniciando una encarnación, al abrir vuestros ojos encontráis el Amor de la madre. Esta cercanía ya se había producido durante todo el periodo en que ella os consentía en el vientre, y se dio un intercambio de corrientes de Amor. Cuando miráis a la madre en los ojos, estáis viendo los Ojos de Dios ya que en ese vuestro punto inicial solo conocéis lo que es el puro Amor, porque los reinos de donde estáis llegando solo emanaban la más pura vibración de la esencia del Amor.


Al desplegarse el siguiente pétalo, tomáis consciencia de las asociaciones y amigos de infancia y descubrís que, al recorrer esos días elementales, ciertas personas que se habían ofrecido para ser vuestro amigo más íntimo dicen quizás todo tipo de cosas feas sobre vosotros que hieren el Corazón, que generan dolor. Por eso no lográis dejar que el pétalo se despliegue completamente. A partir de ese momento, solo dejáis que una parte de ese pétalo permanezca expuesto. Cuando os volvéis adultos aun jóvenes que sienten las corrientes del Amor fluyendo en vuestro Corazón, queriendo crecer, queriendo experimentar plenamente todo lo que ese joven Amor tiene para ofrecer, abrís el siguiente pétalo y os encontráis totalmente expuestos, listos para recibir lo que pensabais que sería la experiencia más maravillosa. Pero os dais cuenta nuevamente de que las cosas no siempre son tan rosadas. Y a veces llegan los rechazos. La relación no perdura y, por eso, el pétalo se cierra algo más. Y seguís adelante con vuestra travesía.


Ahora sois adultos y sabéis lo que es el mundo. No permitiréis que os hieran otra vez. No permitiréis que el dolor penetre el Corazón porque habéis acorazado el Corazón desde la temprana niñez. Ya no vais a permitir que os hagan trampa. Porque todos los mecanismos para salvaguardar ese preciado Corazón vuestro en el que experimentaríais la plenitud de Dios no se dejan ni tocar. Así que llegáis a la edad adulta y seguís intentando desplegar otro pétalo porque encontráis nuevas relaciones que os toca cultivar. A veces se trata de muy buenos amigos. Otras veces de un marido y su esposa. Pero descubrís en su momento que esa relación no trae la plenitud que habíais esperado. Algo está faltando. Desplegasteis generosamente el pétalo. Disteis una prueba de sensatez al dirigir la apertura de ese pétalo en particular. Aprendisteis los modales del mundo, pero aun así regresa el desaliento y sentís que algo está faltando.


Seguramente os habéis dado cuenta adonde voy con este dictado. En el ojo de la madre hubo, al nascer el niño, un Amor que fue extendido en pureza y santidad por la joven madre que había dado a luz y sido una cocreadora con Dios. Aunque la madre quizás no fue entrenada en el reino espiritual para entender el proceso del nacimiento, ella compartió su propia esencia. Ella regaló todo lo que era a ese niño, e en eso existe un Amor puro y una conexión que no se puede romper. Y, de igual manera, el bebé aún tiene sus alitas conectadas, no conoce al mundo y siente afecto y Amor al recibir esos cuidados.


A muchos adultos les gustaría volver a ese punto inicial y empezar de nuevo. ¿Pero si empezarais de nuevo, repetiríais los mismos errores y fallas? ¿Seguiríais acorazando el Corazón? ¿Cerraríais en algún momento uno o más pétalos? ¿Cuál es la respuesta entonces? La respuesta, queridos, es mantener desde ese punto inicial la comprensión de Dios-Amor con la que llegasteis al encarnar. Es tomar ese Amor y ponerlo en práctica durante los años de la niñez, de la juventud adulta, del adulto maduro en vuestra vida. Sin Dios-Amor no existe el Amor completo. Podéis pensar que estáis enamorados. Podéis percibir una relación cálida, íntima, pero no lográis tener cada fibra do vuestro ser repleta y rebosante con el Fuego centellante de Dios-Amor. Siempre que haya un pétalo de vuestro Corazón parcialmente cerrado, Dios-Amor no puede fluir a través de él.


¿Cómo entonces empieza uno a abrir cada uno de esos pétalos y a sentir nuevamente el Amor de Dios? En primer lugar, lo más importante: os toca regenerar en vuestro propio mundo el deseo de completitud. No basta con decir simplemente: “Quiero bañarme totalmente en el Amor de Dios.” Tiene que haber esa combustión continua que no puede saciarse con agua de ninguna clase, con ninguna relación, con ningún bálsamo a menos que sea la unción de la transferencia de Luz de vuestra propia Presencia Divina. Os toca encarnar la Llama de la Intrepidez. Porque mientras haya oscilaciones de temor o de trepidación en vuestro mundo, no desplegaréis el pétalo por el miedo a que os hieran otra vez. Si no hay esa ausencia de temor, no daréis el siguiente paso. Si no tenéis la fe en que Dios llenará vuestro cáliz una vez que hayáis abierto el Corazón, no daréis el siguiente paso. El registro, la memoria, la actividad del dolor que bloquea vuestro Corazón pueden ser transmutados. Ellos pueden ser transformados completamente como si nunca hubieran surgido en la pantalla de la vida. Muchos de vosotros experimentan los dolores y angustias no solamente de esta encarnación sino también de otras encarnaciones como cicatrices en el Corazón.


El gran Amor de vuestra Presencia Divina cuando emite la Llama Violeta puede borrar totalmente cada registro y memoria - sin excepción. Ya no va a haber cicatriz. Así que cuando convoquéis suficiente Llama de Intrepidez y tengáis suficiente fe en que Dios sí va a llenar el vacío, lograréis desplegar la Rosa de vuestro Corazón y permitir que el cáliz de vuestro propio ser se llene con todo lo que habéis querido, todo lo que habéis deseado, todo lo que habéis necesitado en vuestra vida desde que el primer pétalo empezó a plegarse. A muchos les falta el coraje para salir de las situaciones de la vida que están viviendo. A muchos les falta la fortaleza para convocar/engendrar ese coraje. A muchos les faltan las ganas de entrar en acción. Cuando hayáis detectado donde puede estar faltando una cualidad (cuya ausencia) no os esté dejando dar ese próximo paso, tendréis la oportunidad para invocar asistencia a través del poder liberador del chakra da garganta, el cual es Deflagrado por la Llama del Corazón e imprimido en el tercer ojo, que os permite activar en vuestro mundo todo lo que pueda traer cambios y manifestar la intrepidez, la valentía, la fe, y principalmente las ganas de moveros. (…)


Copyright 1998, 2019 The Temple of The Presence


Nota del Traductor: La Amada Nada, Señora (Chohan) del Sexto Rayo y Miembro del Consejo del Karma, posee además un Momentum extraordinario de Maestría en el Rayo Rubí, razón por la cual frecuentemente es referida por los Maestros Ascendidos en el Templo de la Presencia como “Nada, del Rayo Rubí”. El Rayo Rubí es el Aliento Pránico (Rayo Secreto/ Esencia Elemental/Fuerza Elemental de la Naturaleza) que corresponde a la Virtud Crística del Sacrificio de Amor y al elemento Fuego. Los Jerarcas del elemento Fuego son los Amados Príncipes Orómasis y Diana.


 
 
 

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