“LA INTREPIDEZ” EL SEÑOR MAHA CHOHAN

EL SEÑOR MAHA CHOHAN

Representante del Espíritu Santo

LAS VISITACIONES DEL CÁLIZ RUBI

Volumen 1 - Número 13 – 1998 (Parte 1 de 2)

“LA INTREPIDEZ” (Parte 1 de 2)

No temáis porque os traigo buenas noticias y gran Alegría. Hoy, ¡el amado Gabriel y su Hueste de Ángeles están volando hacia vosotros para servir a vuestra Presencia Divina y enseñaros lo que es la Intrepidez! Aceptad su asistencia y dejad que vuestro Corazón se abra de par en par y proyecte todo el Coraje y la Fortaleza acumulados en la Cámara Secreta del Corazón.

Muchos aspirantes en el Camino no se sienten equipados con los utensilios necesarios para estar de pie, afrontar y conquistar victoriosamente todo lo que los asalta. Por consiguiente, a causa de las dudas, temores y registros de cuestionamiento, estas corrientes de vida han retrocedido en lugar de avanzar con un Corazón lleno de Fe y con el fervor de la pureza de intención que las llevaría a la Victoria.

Amados, el temor no siempre se adquiere durante la vida actual. Muchos registros de transgresiones pasadas – las penas, las heridas, los desánimos que habéis sufrido en otras vidas– han sido proyectados hacia adelante como un peso kármico que oprime vuestro Corazón. Allí, bloquean la apertura de los pétalos del chakra del corazón. Bloquean el testimonio del Espíritu Santo que, en caso contrario, os daría verdadero Consuelo y la confianza de que todo realmente está bien dentro de vuestro ser. Amados, esa confianza instintiva en el Poder de Dios para responder a vuestras necesidades es un ingrediente necesario para la transferencia integral de la Llama de la Intrepidez. No podéis permitiros albergar nada que no sea la absoluta seguridad y el completo bienestar en Dios si esperáis permanecer firmes y valientes en la Llama de la Intrepidez.

En este mundo físico, ¡el libre flujo de las corrientes de Luz a través de vuestro mundo es el verdadero escudo de vuestro ser! Dondequiera que se permita que alguna condición interrumpa ese flujo, sentís un temblor en los miembros. Seguramente, lo que experimentáis no es la plenitud del rayo de vuestra Presencia Divina que debe nutrir cada uno de vuestros chakras. Amados, el miedo sólo existe donde hay insuficiencia de Luz, y con esto quiero decir la intensidad sin restricción de la Luz de vuestra Presencia YO SOY o de uno de los Maestros Ascendidos. Cuando logréis manifestar integralmente la acción de esta Llama – el momentum de Intrepidez que proyectáis desde vuestro Corazón hacia el mundo – tendréis el Coraje de permanecer firmes y de enfrentaros a todos los retos de la vida en el momento designado.

Pero si el Corazón está abrumado en medio de registros de desánimo, rabia, duda, resentimiento o irritación, ese Corazón no logra convocar la Intrepidez y completar su trabajo perfecto. Por el contrario, el miedo actúa como un peso desequilibrado atado a la brillante flecha de Luz, haciendo que se desvíe y no alcance el blanco previsto.

Una vez más, os pido que reflexionéis sobre como un niño aborda las nuevas oportunidades. ¿Os habéis dado cuenta de la audaz fortaleza de la mayoría de los niños? Cuando tienen que enfrentarse a algo nuevo e intimidante, ellos no se preocupan por lo que podría salir mal o atacarlos. Simplemente siguen adelante.

Todavía no han absorbido las ansiedades y el escepticismo del mundo, así que siguen adelante moviéndose con la velocidad de la Luz con su vista fija en el objetivo y avanzando audazmente hacia el próximo ciclo de su vida. Esos avances marcan el comienzo de la educación de un niño en el trabajo con el Fuego Sagrado.

La Llama de la Intrepidez está en el núcleo del Fuego que os llevará a vuestra Ascensión. Si perdéis tiempo, si dudáis, no tendréis la oportunidad de realizar todo lo que habéis aspirado a hacer durante esta vida. Debéis establecer un flujo rítmico, una constancia de movimiento hacia adelante y de momentum dentro de vuestro ser para que las corrientes de la Ascensión manifiesten la plenitud de lo que deseáis.

Buscar a Dios con todo el corazón, con toda vuestra fuerza, exige ciertamente mucho Coraje. He observado que muchos estudiantes no dan esos pasos monumentales de cambio en la vida por temor a que su mundo personal cambie de maneras que puedan escapar a su control, intuyendo que dejarán de pensar o actuar de la misma forma, vieja y familiar. ¡Este miedo es una total farsa a los ojos de un Maestro Ascenso! ¿Porque cómo va a evolucionar el planeta Tierra hacia la Edad de Oro cuando incluso aquellos que saben que están llamados al Sendero sienten tanto temor, temblor y trepidación? Es cierto que existe el temor a perder, pero ¿cómo podríais perder algo que, para empezar, no fue nunca vuestro? Pues no fue nunca Real. ¿Cómo podéis alcanzar la Realidad y la Verdad de Dios sin perder la maya e ilusión que os rodean? Todos esos trofeos insignificantes a los que habéis escogido aferraros no son más que “familiares” del pasado, de encarnaciones hace mucho tiempo desaparecidas. ¡Si vais a entrar en una vida llena de nuestra Luz, tenéis que abandonar Intrépidamente todo lo que no es real!

Muchos de vosotros no tenéis idea de las numerosas transgresiones cometidas contra la Luz en esta y en previas encarnaciones que aún permanecen entre los pliegues de vuestro cuerpo emocional y en las profundidades del plano astral. Amados, si vuestra determinación de entrar en las Octavas de Luz es sincera, ¡es necesario que vuestros cuatro cuerpos menores sean llenados con la Luz de los Maestros Ascendidos – ¡la única Luz capaz de transportaros hacia arriba, hasta la Ascensión! Antes de que podáis experimentar esta Iniciación, debéis ser capaces de atravesar el abismo del plano astral. Debido a transgresiones pasadas que permanecen como obscuridad dentro del plano astral, existe a menudo un miedo irracional a atravesar el abismo. Para llegar a ser la plenitud de la Luz, debéis comprender que los Ángeles están diariamente al servicio de vuestra corriente de vida para ayudaros a transponer el que sería, de otra forma, un abismo infranqueable que os separa de las Octavas superiores y de los Retiros de los Maestros. (…)

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