II. ¡Esta Llama del Corazón es el puesto avanzado de vuestro Yo Divino Individual!

Monroe Shearer, Tucson, Arizona. Discurso 12 de febrero de 2012 (Parte 2)

Esta Llama de Dios es el Corazón de vuestro Yo Divino, en contraste con su impostor, que es el concepto de alma humana al que adhiere la mayoría de las grandes religiones del mundo hoy en día. Porque la gran mayoría de los hombres mantienen un concepto superficial y vacío sobre su propia alma, amalgamando en el presente miles de años de abyecta ignorancia acumulada y de arraigada superstición. ¿Qué tan inadecuada es la comprensión de sí mismos en los hombres? Es tan hueca y efímera como las visulizaciones instintivas creadas por los elementales cuando fabrican cabañas en miniatura y pueblitos pintorescos en los subplanos etéricos — fachadas sustanciales por fuera, vacíos amorfos por dentro.

Manteniendo ese imaginario en la mente por un segundo, podéis observar, como hacen los Maestros, el concepto equivocado que literalmente millones de cristianos, musulmanes y judíos insisten en mantener sobre sí mismos — formas de pensamiento fabricadas por la comprensión que tienen de sí mismos como almas, formas síquicas energizadas y reforzadas encarnación tras encarnación por ondas de vida enteras a lo largo de innúmeros años. Los pensamientos colectivos generan formas de pensamiento colectivas que, en un ciclo vicioso, se van volviendo cada vez más fuertes. Cuanto más aceptadas, más reforzadas resultan por generaciones sucesivas que invisten su fuerza del pensamiento según líneas dogmáticas precisamente idénticas.

Estas formas de pensamiento existen muy objetivamente en el plano síquico. Y llegamos aquí a una comprensión perturbadora, para no decir trágica. Porque estas formas de pensamiento de un “alma personal” revelan el concepto que billones de corrientes de vida en encarnación de hecho insisten en mantener como la naturaleza intrínseca de su propio ser, no solamente de sus personalidades sino de la identidad más profunda de quienes son y de lo que son como almas creadas por Dios. Por definición, no creen en la reencarnación, por lo que dichas formas de pensamiento incluyen de alguna manera la idea de que cada persona llegó a ser como que en un abrir y cerrar de ojos muy, muy recientemente, en el momento de su concepción o cuando nació. Todos los cristianos, todos los musulmanes y todos los miembros de la fe hebraica comparten esta forma de pensamiento colectiva, aceptando que hace cien años ellos mismos no existían. Y (que), entonces, de una u otra manera, salieron súbitamente del polvo de la tierra y nacieron en este mundo.

Quienes leen las Escrituras con una interpretación literal quedan con la impresión que Dios hizo un milagro y fabricó esa alma. Y así, la forma de su alma expone la identidad esencial, intrínseca, que imaginan ser su propia individualidad exclusiva, atada al cuerpo carnal como esa alma que son — creyendo que Dios las ha creado hundiendo la mano en el barro rojo de este cuerpo terreno y formando su cuerpo con la tierra terrenal, respirando sobre el muñeco de barro y, de esa manera, “el hombre se volvió un alma viva”.

Estas formas de pensamiento encarnan la narrativa antigua descrita en el Génesis. Revelan la negligencia abyecta y el vacío introspectivo por parte de millones de personas sinceras que nunca han dedicado ni cinco minutos en el transcurso de encarnaciones enteras para plantearse la pregunta fundamental: “¿Quién soy yo realmente?” Es como si una persona colgara un dístico de la puerta de su casa mental diciendo: “¡Mi alma! ¡Mi identidad! Aquí vivo yo. Este es mi yo genuino. YO SOY esa alma.”

Cuando los Maestros penetran en cualquiera de estas formas de pensamiento de una persona o en las formas de pensamiento colectivas de la consciencia de masas, es como si entraran por la puerta de esas cabañitas en papel maché que los gnomos y duendes de los bosques construyen para sí mismos en los subplanos etéricos. Porque, por el lado interno de la fachada externa rotulada como el “alma”, existe tan sólo una nube de desconocimiento, bolsas nebulosas de materia síquica y gris, del yo que no ha sido examinado.

Hay una enmienda a esa palabra “alma” que significa “alma caída”, “nacida en el pecado”, “Porque eres polvo y al polvo volverás.” Este es un concepto vacío que la mayoría de los hombres impone a sí mismos como su corona de espinas personal.

En los cristianos que han sido salvados, hay un componente adicional que se observa: en medio de sus formas de pensamiento aparece una imagen del Amado Jesús. De hecho, Jesús termina siendo la definición del núcleo de su identidad, el centro del “Yo”, con el alma sirviendo de concha hueca alrededor de esta imagen central de Jesús. Evidentemente, en este caso también, al aceptar ese dogma, han ignorado y esquivado totalmente la pregunta original, que es: “¿Cuál es la naturaleza intrínseca correcta de la individualidad?”

Cuando vida tras vida — a pesar de que desconocen la reencarnación — las personas adoptan las mismas limitaciones ideológicas en cuanto a sí mismas, eso crea una camisa de fuerza de pensamiento mortal que agarra la mente como un tornillo de banco y limita la capacidad de la consciencia para transcender, ya sea su pensamiento confinado o el vacío de pensamiento presente. Este error fatal es asimismo el efecto final para millones de budistas que conocen la reencarnación y la naturaleza ilusoria del “alma”, pero que de igual manera insisten en negar la Realidad del Eterno Yo Divino, de la Presencia de Dios Individualizada. Así, ¡la necesidad imperiosa para la Llama del Corazón del Yo Divino Individual es asumir ese punto focal y elevarse remplazando el alma!

MONROE SHEARER

(......continuará en parte 3)

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