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DEL AMADO ELOHIM KRONOS

ELOHIM KRONOS del Tercer Aliento Pránico/Tercer Rayo Secreto/Rayo Rubí/Elemento Fuego Virtud Crística: el Sacrificio de Amor 12 de abril de 2009 (Parte 1 de 2)

YO SOY el Elohim Kronos. Vengo en el Rayo Rubí del Corazón, porque es esa la Fuerza Vital de Dios que atraviesa vuestro ser y permite que vuestra propia Llama del Corazón se aglutine en el Amor para servir a Dios en la Vida. Habéis oído mucho sobre estos Grandes Alientos Pránicos y la Efusión de Dios. Yo estoy consciente de que se requiere gran (esfuerzo) para asimilar aunque fuera sólo la instrucción inicial para familiarizar vuestra consciencia con este Glorioso Cuerpo que os reviste. Cuando consigáis oír la Pulsación del Corazón de Dios resonando continuamente, haciendo latir el Amor de Dios por todo el universo y más lejos aún, conoceréis mi Llama.

El latido de vuestro propio corazón simboliza y representa en el mundo de la forma esa misma pulsación, esa efusión rítmica, que constantemente se entrega, sirve, mueve, expandiéndose incondicionalmente de tal manera que, a medida que ella se mueve en cualquier espacio disponible, el corazón receptivo del Fuego Crístico puede apropiarse de ella, invocar su manifestación como forma. Y al darle forma hasta que sea la plenitud del Fuego Rubí, eso convierte el Cáliz del ser de cada uno en un Cáliz Rubí, firmemente adherido a la Consciencia de Dios, que permite entonces que la Espada de la Verdad (manifestada) como Fuego Rubí irrumpa para penetrar la irrealidad, para entrar en acción en todo tipo de profanaciones. Y asimismo, para producir un cáliz ígneo en vuestro mundo personal que consume instantáneamente cualquier irrealidad que timbre a vuestra puerta, que se atraviese en vuestra mente o que intente afectar el cuerpo emocional.

Ese Fuego Rubí, Benditos Corazones, baja porque amáis más a Dios que al yo externo. Amáis más a Dios que a todo lo que habéis aspirado llegar a ser. Porque ese es el ejemplo del sacrificio: (es) cuando dais más de vosotros de lo que os pensabais capaces de dar, hasta que no quede nada a no ser Dios. Y vuestro cáliz centella, vibra y se mueve con la pulsación del corazón de Dios, siempre en el lugar correcto, en el ciclo temporal correcto. (...)


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